«Con», no «contra»
El próximo 3 de noviembre la ciudadanía estadounidense votará en las elecciones presidenciales. Las últimas encuestas de los diferentes medios de EEUU favorecen claramente a Joe Biden, que se impone a Trump en todas con una horquilla de entre 9 y 16 puntos.
Con el debate político agitado por el positivo por Covid de Trump, la agenda que el presidente consigue imponer y el nombramiento exprés de la ultraconservadora Amy Coney Barrett a la Corte Suprema, el diario The New York Times ha publicado un interesantísimo nuevo episodio en su podcast. Su título es ‘La batalla por la clase blanca trabajadora de Pennsylvania‘ y es interesante porque ilustra cómo había podido estar fraguándose la victoria de Trump en 2016, precisamente contra todo pronóstico y para sorpresa de muchos.
Pues bien, en este episodio Shaun Goldmacher conversa con vecinos y personalidades de Luzerne County («uno de los condados más importantes de uno de los ‘estados bisagra’ más importantes») para analizar qué pasó entonces (¿puede estar sucediendo lo mismo?).
Y resulta tremendamente ilustrativo el testimonio del senador estatal John Yudichak (demócrata hasta 2019, independiente ahora), que narra cómo él mismo, asombrado, preguntaba a sus vecinos por el ‘Efecto Trump’ que estaba cociéndose ‘desde abajo’ pero que casi nadie veía ‘desde arriba’ (¿suena de algo?): «Un mil millonario de Nueva York está conectando con la clase trabajadora con la que he vivido toda mi vida. No me lo explico». Un vecino joven le contestó: «Hillary Clinton y el partido demócrata me hacen sentir mal sobre mí mismo1. Donald Trump me hace sentir bien sobre quién soy. Solo tengo educación secundaria (…). Voy al trabajo cada día, voy a la iglesia los domingos. Cazo. Pesco. Soy partidario de las armas. ¿Soy un mal tipo?». «Trump -sentencia el senador-, fue capaz de conectar y hacer creer de verdad aquí en Luzerne County que los valoraba».
Situaciones muy similares y repetidamente plantea Mark Lilla en El regreso liberal: más allá de la política de identidad (Debate, 2018). A lo largo de todo el ensayo Lilla defiende la tesis de que los demócratas se han alejado de la calle, sentido opuesto a lo hecho por Trump, y afirma: «el asunto es que debemos empezar a centrar la atención en las barreras que hemos erigido entre nosotros y la calle estadounidense y entre nosotros y el futuro».
Con tanta literatura que hay ya sobre lo sucedido en 2016, con tanta experiencia (que puede resistir los impulsos de las redes sociales, y debe), los demócratas han tenido cuatro años para salir del shock y ampliar su registro comunicativo. Pero, sobre todo, para dedicarse, más que a criticar a Trump y a sus votantes (entre los que hubo muchos antiguos votantes demócratas), a bajar de nuevo a la calle para reconectar con ella, a recuperar a su ‘gente’. Han tenido y tienen la oportunidad, en definitiva, de estar con la calle, no contra Trump.
1: (Clinton llegó a decir «podrías llegar a poner a la mitad de quienes apoyan a Trump en lo que llamo la cesta de los deplorables»)
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